Se cumplen 10 años del incendio más grande y trágico acontecido hasta la fecha en España. En el año 2005, en Guadalajara, un incendio causaba la muerte de 11 bomberos de un retén, con 13.000 hectáreas calcinadas. Y coincidiendo con esta efemérides en lo que llevamos de año y hasta finales de agosto, han ardido más de 65.000 hectáreas, un 54% más que el año pasado.
Se cumple además más de dos meses desde que el Congreso de los Diputados aprobara la nueva Ley de Montes, que permite en España la recalificación de terrenos forestales que hayan sido arrasados por el fuego.
Además el último balance del Ministerio de Medio Ambiente constata varios hechos: uno es que hay 1.500 incendios más que el año pasado; otro es que 6 fuegos de cada 10 han sido provocados; y lo último que ha habido 13 grandes incendios, el doble que el año pasado.
¿Ha provocado esta nueva ley, un efecto llamada a los incendiarios? ¿Era necesario modificar la ley existente? Los incendios forestales no pueden ser objeto de lucha partidista, porque no se arreglan en una legislatura, ni con un sólo partido político, ni en una o dos décadas. Habría que combatir al abandono del medio rural porque sucede que lo que antes se cultivaba hoy es matorral y la superficie forestal está aumentando. Pero no como una masa forestal controlada y gestionada, sino como un monte desestructurado con material que arde y está ardiendo muy bien.
Hace unas semanas en Editorial Reus, en la Colección de Derecho agrario y alimentario, lanzamos “Derecho de Montes y Propiedad Privada”, de Mikel Mari Karrera Egialde, profesor titular de Derecho Civil de la UPV/EHU. Una obra que aborda distintos análisis, desde la tipificación legal de los montes, la defensa del carácter de los montes pasando por el aprovechamiento de los montes, hasta los regímenes de los montes vecinales y manifestaciones de la pervivencia de instituciones del tradicional colectivismo forestal.